#32# Kermit – Litoral (o la generación del nuevo milenio)

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Si soy del todo sincera, creo que nunca me hubiese fijado en el proyecto musical de Kermit por mi misma. No por nada en concreto, sinceramente, es simplemente la cantidad desmadrada de información de  la que disponemos hoy día. Musicalmente, miles de bandas navegan, nacen, perecen y divagan en la extensa red que compone el basto mundo digital, coronado a su vez, por el esquema espectral formado por las omnipresentes redes sociales que terminan de saturar la nimia capacidad cognitiva que a uno le queda con el fragor del día a día.

La primera toma de contacto con estos chicos, sin embargo, la hemos de agradecer a la locura anteriormente explicada. En forma de mail, el primero para Atom-ize por cierto, Itaca Records nos presentaba hace un par de meses el grueso de este proyecto de manera bastante organizada, seria y cuidada. Da gusto cuando alguien tiene tan en cuenta los detalles para ponérselo fácil a uno sobre todo cuando tienes que poder llegar a comprender lo complicado de un proyecto que se hace, con un sentido programado al detalle, homenajeando un movimiento difícil de transmitir sin una pequeña introducción.

Mi primera impresión, ante la interesante información que llegaba a mis manos, fue algo así como el sentir una desorganización mental incontrolable. La sensación de no saber ni por dónde empezar. Pasa mucho cuando comienzas desde cero, supongo. Se aparecía ante mi, de repente, de nuevo, la cultura española de principios de siglo XX que retrata la revolución de una sociedad con actitud de progreso y llena de riqueza cultural (la cual, hemos de señalar,  fue inmediatamente fusilada, exterminada y enterrada ante el monstruo del egoísmo anticultural y analfabeto en todos sus aspectos). Tengo que confesar que al ver en primera estancia que la revista Litoral era el elemento fundamental para que estos malagueños se hubiesen currado un disco me dio bastante miedo. Es algo que considero muy osado. El típico experimento que despierta la curiosidad del cumplir expectaciones. Pero claro, conceptuar un disco que dedica su esencia a la generación del 27 no puede hacer otra cosa que no sea, definitivamente, atraparme.

autoficcionDicho lo cual, centrémonos en la música y hablemos del trabajo de Gonzalo Presa (Guitarra, percusión y voces), Miguel Seguí (guitarra, sintetizador y samplers), Paco Trujillo (bajo) y Álvaro Parada (batería, voces, saxo soprano y tenor) que hace que Kermit sea, a día de hoy, un hecho tangible. Con ya un trabajo a la espalda, Autoficción, en forma de debut nacido en Noviembre de 2012, los chicos tímidamente ya se dieron a conocer dando los primeros pasos de forma decisiva. Dos años después nos presentan un homenaje como una entrega más de la revolucionaria revista que nace en el año 1926 de mano de  los grandes Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. Después de un siglo, la pequeña revista sigue subsistiendo gracias al gran esfuerzo de preservar lo que la memoria y trabajo de Lorca, Dalí, Neruda, Picasso o Manuel de Falla (entre muchos otros grandes ilustres autores y artistas) fue el comienzo del esfuerzo por luchar y no perder la riqueza cultural que siempre ha estado por germinar en el país.

1926 es el título del primer tema que abre Litoral. Año de la fundación de la revista en Málaga. El comienzo de todo. El comienzo perfecto. Samplers y efectos de sintetizadores nos invitan a sumergirnos en los cuatro minutos de efervescencia progresiva que marca el ritmo experimental del primer corte. Como atrevida, la guitarra sin perder su lugar va introduciendo ligeras melodías entre la dinámica bien pensada y la ejecución propia de los ritmos muñequeros del jazz de una batería que sube y baja el tempo como bailando con las líneas de bajo. Fuerza y delicadeza que nos llama al deleite e intenta ponernos akermit prueba al intentar sentir, en comunión con la mezcla de elementos y recursos modernos, la introducción al concepto y la historia que da sentido al disco. A partir de aquí, hay una peculiaridad importante en la estructura y es que todos y cada uno de los temas están unidos dando sentido el uno al otro. Si no estás pendiente, no sabes en que momento has pasado de tema. Siguiendo la línea del primer corte Samhain se abre paso, quizás, de una manera más contundente con la sensación de sentir que una vez estás dentro ya no puedes volver atrás. Rapidez y decisión son dos características inconfundibles del tema. Ritmos medidos con una batería que marca un conjunto que parece que intenta abrirse paso en una línea temporal marcada por pasos angostos llenos de advertencia para ir descendiendo bajo una melancólica melodía con la guitarra que hace del final que adquiera una luminosidad que cierra para dar paso al silencio. Es este mismo el que invita a Circumpolares, el tercer corte del lp, a comenzar con una bonita lírica recitada que nos invita, en cierto modo, a reflexionar. Un poema medido y marcado por los cambios instrumentales que, bastante pensados, hacen la función estructural de la composición. Llegamos a sentir el sonido abierto de los platos que marcan el dinamismo apropiado de este puente que explota distorsionado en un intento vago de llegar a destruir todo a su paso. We tripantu se presenta como ecuador del proyecto comenzando con un cántico tradicional mapuche que evoca la celebración del año nuevo. Tranquilidad progresiva dónde todo lleva un orden inequívoco y una calidez inusitadas. La sensación de esparcimiento controlado del tema culmina en un conjunto instrumental que, con fuerza, no pierde la sutileza.  El protagonismo total de la guitarra describe a Ineborg. El conjunto de los demás instrumentos simplemente sirven de base arropando a la historia que nos cuenta sobre este personaje de Roberto Bolaño. Sin dejar que nos desacostumbremos a la cambiante movilidad de tempo que caracteriza el trabajo de la formación, la guitarra se recrea entre melodías, riffs y solos adaptada como de manera totalmente cuidada al camino ya perfectamente demarcado. El solo de guitarra final es el perfecto enlace para abrir Magnitizdad single con el que la banda presentó este último trabajo. Con diferencia el tema más electrónico. Protagonismo de los samplers, de los ritmos compactos a ritmo de sintetizador que hace que los instrumentos ya no parezcan independientes. Como una fase programada que, de repente, introduce el viento-metal para que sea lo que de personalidad total y absoluta a la narrativa que nos presenta la canción. Finalmente, 1927 da título al último corte, haciendo referencia al año de cierre de la primera etapa de la revista. Once minutos que comienzan con una tranquilidad absoluta y un sonido leve y lineal que poco a poco va falleciendo como un susurro para dar paso a un saxo que conversa delicadamente con el sencillo ritmo de la percusión marcada por el inconfundible sonido del rebote en la caja. A partir de aquí, cambios definidos, abruptos y crudos es a lo que nos invita a disfrutar la belleza de la lírica recitada que de nuevo lleva a dar permiso al todo para descansar y cerrar esta etapa y dar paso así a poder empezar a trabajar con un nuevo mañana.

Para escuchar este disco es recomendable cerrar los ojos, ponerlo a volumen bien alto y sumergirse en el conjunto. Después, solo queda dejarse llevar.

Paloma D.

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